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Se dice que el águila bicéfala que aparece en el escudo de Rusia simboliza su posición geográfica, orientada tanto hacia Oriente como hacia Occidente. Quizás, una interpretación más acertada sería el constante dominio de Rusia en la vieja economía al mismo tiempo que prospera en la nueva.
En nuestra opinión, al analizar una serie de factores fundamentales, Rusia se encuentra en una posición envidiable; posee una deuda soberana muy reducida, un superávit por cuenta corriente y unas reservas de divisas considerables de 570.000 millones de USD, lo que equivale al 33 % de su producto interior bruto (PIB).1
El petróleo, un sector de la vieja economía, es el sustento de Rusia, ya que representa el 35 % de su PIB y el 70 % de sus exportaciones. Por tanto, Rusia tiene la suerte de gozar de diversas ventajas con respecto a muchos (o a la mayoría) de sus homólogos internacionales, por ejemplo, un bajo coste de producción, costes denominados en la moneda local y, quizás por necesidad después de años de sanciones, un gran interés por desarrollar su propia tecnología para mejorar la eficiencia.
Pongamos por caso una de las petroleras verticalmente integradas de primer nivel de Rusia. Se beneficia de un balance sólido, se estima que las reservas a largo plazo superan los 18 años y su flujo de caja disponible es positivo, con el petróleo a un precio de solo 15 USD el barril. Además, opera en un entorno con un sistema de impuestos progresivos, de modo que, cuando el precio del petróleo baja, el gobierno asume el coste y los márgenes permanecen prácticamente invariables.
En los últimos años, la empresa se ha centrado en la tecnología y la innovación a través de su propio laboratorio de investigación y desarrollo, invirtiendo en modernizar sus refinerías y en desarrollar técnicas para mejorar la eficiencia y reducir los costes.
Prosperidad de la nueva economía
En otras áreas rusas, la nueva economía está floreciendo. El principal banco ruso, fundado originariamente en 1841 por orden del zar Nicolás I de Rusia, cuenta con una larga tradición, pero, hoy en día, afirma «competir con las firmas tecnológicas mundiales, al tiempo que sigue siendo la primera opción bancaria para los clientes minoristas y empresariales».
Desde luego, desde la perspectiva de la banca tradicional, resulta impresionante, ya que, según sus informes, presta servicios al 70 % de la población rusa, alrededor de 92 millones de personas, a través de 15.000 sucursales.
No obstante, es mucho más que un banco tradicional. Su ecosistema digital integra la inteligencia artificial (IA), los macrodatos y la robotización. Sus informes indican que ya el 40 % de las consultas de los clientes las resuelve su chat box, al tiempo que ha creado su propia nube y ha colaborado con terceros para ofrecer servicios como transmisión de vídeo, educación en línea, reservas de restaurantes y transporte compartido.
Del mismo modo, el principal motor de búsqueda de Rusia ha desarrollado un ecosistema asombroso. El motor, que ya compite satisfactoriamente con Google, ofrece servicios como el comercio electrónico, el transporte compartido y la música en línea, de una manera similar a Apple Music. Entre las iniciativas se incluye una versión rusa de Netflix con planes de crear su propio contenido, e incluso está desarrollando coches autónomos.
Por consiguiente, plantemos la pregunta siguiente: ¿Habría que reconsiderar las percepciones obsoletas de Rusia?
Parece que, aparte de su dominio constante de la vieja economía del petróleo, Rusia ofrece un atractivo conjunto de inversiones para aquellos que quieren aprovechar el empuje estructural de la nueva realidad, donde el consumo y la tecnología constituyen los motores de crecimiento del día de mañana.
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1. Fuente: Naciones Unidas, perspectiva de la población mundial, datos de 2019.